El verano

Acabo de leer un poema que habla sobre el verano, la ciudad y el universo. El verano es confundido con el universo y el universo con la infancia. En esta ciudad, de donde tampoco me he mudado, se vive un verano eterno que llevado a cuestas veinticinco años ya no es lindo. No podría confundir este verano con el universo y mucho menos con la infancia. Me obsesiona mucho el universo y me pregunto cosas al mirar hacia arriba, pero hace tanto tiempo que no miro para allá que se me han olvidado nuestras conjeturas sobre las estrellas, he olvidado tejer mis preguntas para hacértelas a vos mientras te quejás por los mosquitos. Ya no recuerdo mucho mi infancia de areneros y loncheras, se me desdibujan las escenas porque el verano carcome, hace marchitar las hojas de las espinacas que sembré. No me deja sentir la dulce depresión que se instala en los días de frío, no me deja anhelar irme lejos; sólo pienso en vivir los días rápido, que pase ya el calor, que pase ya el verano eterno, la ausencia de vivencias desencajadas.Me pregunto si debo volver a coger las botellas y conseguirme un nuevo grupo para instalarnos al lado del camino. No puedo ver el universo por entre este cielo que me encandila la vista, este sol que se instala inminente cuando aún son las ocho de la mañana. Este calor que me hace ponerle filtros a los ojos y no ver a nadie que pase cerca. No puedo ver el universo porque el viento hace rato no me pega en la cara, porque el río se está secando y ese es el único que me devuelve algo de infancia, de risa, no puedo recordar mi infancia y se me quiebra la garganta por no tener la complicidad, la magia de una compañía que también ande en soledad. Un café, un abrigo, unas botas de lluvia, un beso en un día frío, estarse bajo las cobijas. No puedo confundir nunca el verano con el universo y mucho menos con la infancia.

Isabel Caicedo.

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