Mensajería Paraguaya


Era primero de junio. La alarma, como todos los días, no sonó. Pero que importaba, no tenía laburo ni actividad física programada, o bueno sí, pero nunca me cumplía las promesas de ir a trotar o hacer tonterías de ese tipo: en el mismo momento que lo prometía, yo misma con un gesto alterno me saboteaba (imagino que así pasa en el amor y en muchas cosas que son importantes). Pues bien, la madrugada anterior había chateado con el chico Paraguayo y olvidé ver su último mensaje porque estaba escribiendo algo que me aguaba los ojos, apagué el compu y me acosté escuchando al gordo en YouTube desde el celular. Al despertar recibí un beso hondo, largo, fortuito. No me explicaba qué mierda estaba pasando, si de tanto soñar me había cuadrado con un fantasma o era el cadáver de mi exnovio que le gustaba desdoblarse. El beso fue lento, como si me lo diera alguien a quien hubiese besado muchas veces, porque ya teníamos la memoria corporal de acomodar los labios, de morder suave. Aquella cosa se esfumó y yo me contenté por la extrañeza, pues a nadie lo besan en la mañana y mucho menos seres incorpóreos con talento.
Abrí el compu, di un poco de vueltas por blogs postergando la misión, abrí instagram, pasé por facebook y me aburrí mucho, hasta que me decidí y entré a la conversa. Ahí estaba el mensaje:

-Te mando un beso bien intenso, espero que te llegue en buen estado y entero.

Mierda, pensé, como ha evolucionado la mensajería instantánea en ese país, cómo viajó ese beso por entre las montañas, los cables de teléfono, las torres de energía; cómo no se chocó con las cigüeñas que venían a dejar bebitos a este lado de América, cómo no cayó al agua por mirar hacia abajo, cómo llegó el beso entero y sin ningún rasguño. Mierda, mierda, me quedé pensativa, tomé el desayuno sin dejar de mirar un punto fijo. ¡Mierda!

Estando en la ducha supe claramente que tenía que eliminar al paraguayo, sin duda estaba pagando por un sistema de mensajería que no había llegado a Colombia y me estaba entrado un temor exacerbado, ¿que tal que en una futura conversa le diera por mandarme lamidas, mordiscos o peor aún, le diera por aparecer en carne propia a estas horas de la mañana, donde yo misma no me reconozco? No podía permitir eso, así que lo eliminé con todo y conversa. Allá los paraguayos con su mensajería instantánea, su disimulado sheísmo y su discreto encanto por ser de un país que, a pesar de tener tan cerca, no conocemos ni su bandera.



Isabel Caicedo.

¿Te gustó? suscribite!

Comentarios

  1. Sin olvidar mencionar las innumerables tormentas, desiertos y glaciares que tuvo que atravesar ese afortunado beso, para aun asi poder llegar con la temperatura y humedad perfectas..

    ResponderBorrar
  2. Bueno, lo importante de ese beso es, precisamente, que contra viento y manera llegó a dónde tenía que llegar. Ojalá se pudiera decir eso de todos los besos, ¿no?

    ResponderBorrar
  3. Es la mensajería instantánea paraguaya, deben pagar muy bien por ella, llegan intactos!

    ResponderBorrar
  4. Me encantó! yo creo que a mí hace falta esa mensajería instantánea.

    ResponderBorrar
  5. Volví a soñar y a quedar como ''What? ¿en serio lo eliminó? bueno, tiene la razón'' jaja. Muy interesante tu manera de escribir y expresarte, sigue escribiendo así, tiene una sazón muy peculiar. Saludos.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

LOS BROWNIES

A primera vista

Birds