Carta a la niña que fui
Diciembre
1 de 2017
Dianita:
Acabo de verte con Liliana, la hija de Doña Leo, echándote
desodorante. Le dijiste que tu mamá, es decir la mía, te había dado permiso y
claro, es mentira. Pero bueno, esas oportunidades de tener con quién jugar no
se pueden desaprovechar; lo que pasa es que después, puede
que te dé más rápido mal olor que a tus compañeras. Pero ahora qué importa, ahora solo
existe Liliana y jugar a pintarse como Fanny, ponerse sus carteras, sus tacones
y esculcar en todos los cajones que se pueda. Cuando digo que te entiendo es
verdad, porque sé que pasas los días tratando de que Fanny, Guillermo o tus
hermanos jueguen con vos; y pues Fanny siempre está ocupada haciendo esas cosas
aburridas que requieren tanto esfuerzo. Guillermo siempre lee el periódico o
debe irse. Con los otros dos solo podés jugar a darte patadas o a pellizcarte y
hay días que no querés eso. Sé que has aprendido a divertirte sola y jugás al
hotel en el cuarto de ellos, vi que hiciste una especie de cueva en el
camarote, me pareció genial y sé que te sentís una diva, entrando y saliendo
con tus llavecitas, con los niños en el brazo y una cartera más grande que vos.
El otro día te dio por ir donde tu abuela, es decir la mía, a tomarte un
juguito hit de pitillo y contarle que ibas a irte de vacaciones a Cancún. La
abuela no hacía más que llevarte la corriente mientras daban los comerciales en
la TV y luego se quedaban calladas viendo padres e hijos ⸺esa
serie que va a durar tanto y que cuando grande te va a parecer estupidisima,
pero que es el telón de fondo de los días con la abuela⸺. Sé que
también gozás de descubrirte. El otro día, no creas que no te ví, cuando con
esa niña se mostraron qué tenían atrás y te quedaste asombrada de ver ese
culito negro, tan diferente al tuyo. Tranquila, no es nada extraño, sé que
tener un cuerpo y habitarlo no es nada fácil, tampoco lo es ahora, el
extrañamiento viene cada tanto.
El otro día vi que estabas escribiendo cartas para los de la casa,
decían más o menos así:
Abuela
Ana:
Te
escribo esta carta para preguntarte si quieres jugar conmigo, marca con una X
SI NO
Atentamente:
Diana Isabel Caicedo.
Y leí otra que decía:
Señora
Fanny:
La
presente es para comunicarle que la quiero mucho y que, si quisiera jugar
conmigo, ya sé que me vas a decir que estás ocupada haciéndome la comida, pero
prefiero que me des menos comida y juegues más conmigo
Atentamente:
Diana Isabel Caicedo.
Siento mucho que no jueguen contigo, me gustaría estar ahí, pero
por ahora lo único que puedo hacer es abrazarte en las noches para que no te de
mucho frío en el corazón y puedas evitar ser una niña triste. Por suerte está
la lotería y a la abuelita Ana le encanta jugarla, me gusta cuando grita ¡LOTERIA!
y alza los bracitos gelatinosos como
tú les dices. En el dominó no hay quién te gane y por eso a ella le aburre.
Cuando hablan, vives corrigiéndola, por eso ella te dice “mi profesora”. No
quiero hacerte spoiler pero creo que vas a estudiar para hacer algo parecido,
ponle cuidado a la abuela, te está prediciendo el futuro, ¿sabes algo? Las
mujeres tenemos unos poderes secretos que muchos no ven, pilas con la abuela,
se las trae.
El otro día vi que te gustó la idea de tu hermano Carlos de tener
cuadernos personales y en el espacio donde dice materia pusiste YO, al igual
que él. Aparte de cartas, has empezado a escribir historias, leí un cuento sobre
África y otro medio novela mexicana, todo es influencia de Los dioses deben estar locos y Amigas
y rivales, esa novela que se ven donde tu prima. Esas historias tienen
muchos errores ortográficos, a veces la trama tambalea y el final es forzado,
pero eso lo aprenderás después, ahora lo importante es que escribir te sienta
un buen rato y no te bajas de la silla hasta haber acabado tu cuento, con
ilustración y todo. Con el tiempo pensarás que tus dibujos son feos y dejarás
de hacerlo, pero por suerte seguirás escribiendo y luego luego, disculpá el
spoiler, volverás a retomar el dibujo y sabrás que nada es feo ni lindo, que lo
maravilloso es crear, convertir una hoja en blanco en una hoja rellenita de
letras y de color.
Dianita, debo irme ya, quedé de visitar a alguien que quiero, digo,
que vas a querer mucho cuando crezcas, pero no te diré más, porque eso ahora no
te importa; además mañana tienes que madrugar al Santa Dorotea y tienes una
presentación de teatro y mini-basquet en la tarde. Dianita, te quiero y a pesar
de las cosas tristes que vienen después, luego encontrarás tu camino y
agradecerás todos los tropiezos, va a gustarte mucho jugar, odiarás las
injusticias y defenderás a los que otros pretenden pisotear, serás mi pequeña
heroína, una mujer con carácter, y además no te llamarás más Dianita, sino como
tu segundo nombre, que es mucho más fuerte, como vos, así vas a ser.
Pd. No olvides ser rebelde, no olvides que los que te harán daño
son seres en aprendizaje, evita la venganza, di siempre lo que piensas, jamás
vendas tu opinión o tu sentir por dinero. No le creas nada a los chicos con
moto, usa condón. Cree en Dios, Buda o Yemanjá pero no vuelvas a la iglesia, lo
divino está en las montañas, los bosques y los ríos, no en esos lugares
lúgubres. Aprende a meditar, a amar y llénate de vida para que al final no
sientas que te quedó faltando.
Te amo para siempre,
Isabel.
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Ilustración: Pilar Leandro. |
"sé que te sentís una diva, entrando y saliendo con tus llavecitas, con los niños en el brazo y una cartera más grande que vos". Me llegó esto. Qué hermosa carta. Inspiradora y auténtica :) att: mandarina
ResponderBorrarGracias por leer, mandarina <3
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